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jueves, 26 de septiembre de 2013

LA HOMOSEXUALIDAD MASCULINA ENTRE LOS ETORO DE PAPÚA-NUEVA GUINEA


Si incluimos las prácticas clandestinas y no institucionalizadas, se podría afirmar sin lugar a duda que el sexo homosexual se produce en cierta medida en todas las poblaciones humanas. La conducta homosexual es en los diferentes contextos culturales tan variada como la heterosexual (Weston, 1993).
En muchas sociedades de Melanesia y Nueva Guinea la homosexualidad masculina se halla sumamente ritualizada. Estaba justificada ideológicamente de un modo que no tiene equivalente entre las nociones occidentales de sexualidad. No se consideraba un problema de preferencia individual, sino una obligación social. Los hombres no eran clasificables como homosexuales, heterosexuales o bisexuales. Todos los hombres estaban obligados a ser bisexuales como un asunto de deber sagrado y necesidad práctica. Por ejemplo, entre los etoro, que viven en las laderas de las tierras altas del centro de Papúa-Nueva Guinea, existe la creencia de que el semen es el origen no sólo de los bebés, sino también de la virilidad. Como los hombres de la India hindú, los etoro creen que cada hombre tiene sólo una provisión limitada de semen. Cuando ésta se agota, el hombre muere. Aunque el coito con la mujer propia es necesario para evitar que la población se vuelva demasiado pequeña, los maridos se mantienen separados de sus mujeres la mayor parte del tiempo. En realidad, el sexo es tabú entre el marido y la esposa durante unos 200 días al año. Los hombres etoro tienen por brujas a las mujeres que quieran romper este tabú. Para complicar las cosas, la provisión de semen no es algo con lo que un hombre nazca. El semen sólo puede ser adquirido de otro hombre. Los jóvenes etoro obtienen su suministro teniendo relaciones orales con hombres mayores. Pero está prohibido que los muchachos tengan relaciones entre sí y, como la esposa excesivamente interesada en el sexo, el adolescente lujurioso es tenido por brujo y condenado por robar a sus pares sus reservas de semen. Tales jóvenes descarriados pueden ser identificados por el hecho de que crecen más rápido que los chicos normales (Kelly, 1976).

FUENTE: Introducción a la Antropología General, Marvin Harris, 2011, pp. 328-330.

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