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domingo, 3 de noviembre de 2013

LA SUPERINUNDACIÓN DEL 2800 a. C.


Los sumerios tuvieron menos suerte que los egipcios con respecto a las inundaciones fluviales. El río de Egipto, el Nilo, se desborda todos los años, pero raramente varía mucho el nivel de las aguas. Nace en los grandes lagos al este del África central, y éstos actúan como un enorme depósito de aguas que sirve para atenuar las fluctuaciones de las inundaciones. El Tigris y el Eúfrates no nacen en lagos, sino en fuentes montañosas. No hay ninguna represa y las inundaciones pueden ser desastrosas en años de mucha nieve y repentinas oleadas de calor primaverales.
Entre 1929 y 1934, el arqueólogo inglés sir Charles Leonard Woolley excavó el montículo que correspondía a la antigua ciudad sumeria de Ur. Encontró una capa de limo de 3 metros de espesor, sin ningún resto arqueológico. Llegó a la conclusión de que era un sedimento depositado allí por una gigantesca inundación.
Esta superinundación, o Diluvio quizá se produjera alrededor del 2800 a. C. Los sumerios crearon una leyenda sobre el Diluvio, que constituye el primer poema épico que se conoce. El héroe es Gilgamesh, rey de Uruk, que vivió algún tiempo antes del Diluvio. Era un hombre de una valentía heroica y que realizó grandes hazañas. Cuando un íntimo amigo suyo murió, el héroe decidió evitar tal destino y comenzó a buscar el secreto de la vida eterna. Después de una complicada búsqueda, animada por muchas peripecias, se encontró con Utnapishtim, quien, en la época del Diluvio, había construido un gran barco con el que se habían salvado él y su familia, tal vez os resulte familiar la historia pero cambiando el nombre del protagonista por el de Noé. Utnapishtim no sólo había sobrevivido al Diluvio, sino que también había recibido el don de la vida eterna. Él puso a Gilgamesh en la pista de cierta planta mágica. Si comía esa planta, recuperaría su juventud de forma permanente. Gilgamesh obtuvo la planta, pero, antes de que pudiera comerla, una serpiente se la robó (en un relato posterior otra serpiente privaría también de la vida eterna a un tal Adán y a una tal Eva).

FUENTE: El Cercano Orinte, Isaac Asimov, 2011, pp. 36-40.