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viernes, 11 de octubre de 2013

EL PRIMER MECENAS Y LA CUARTA ÉGLOGA


La Edad de Oro cultural de Roma se produjo bajo el reinado de Augusto. El emperador se interesaba mucho por la literatura y apoyaba a los escritores. Aún más notable en este aspecto era un íntimo amigo y ministro de Augusto, Cayo Cilnio Mecenas. Hacia el 16 a.C., Mecenas, que para entonces era inmensamente rico, se retiró de la vida pública y usó sus riquezas para continuar y ampliar su afición favorita: la de apoyar y estimular a los artistas, escritores y sabios de Roma. Tan famoso se hizo a este respecto que la palabra "mecenas" ha sido aplicada a todo hombre rico dedicado al patrocinio de las artes.
El autor más prominente de los que se beneficiaron del patronazgo de Mecenas fue Publius Virgilius Maro, comúnmente conocido como Virgilio. Entre sus obras destacan en primer lugar, una serie de poesías cortas llamadas Églogas. De ellas, La Cuarta Égloga, escrita en el 40 a.C., habla del inminente nacimiento de un niño que crearía una nuevo reino de paz en el mundo. Nadie sabe exactamente a que se refería. Quizás pretendía sencillamente alagar a uno de sus protectores cuya esposa estuviese en cinta. Pero los cristianos posteriores juzgaron posible que fuese una predicción (tal vez inconsciente) del nacimiento de Jesús, y por esta razón adquirió gran importancia en la tradición cristiana. En la Divina Comedia de Dante, escrita trece siglos más tarde, es Virgilio quien guía a Dante por el Infierno.

FUENTE: El Imperio Romano, Isaac Asimov, 2011, pp. 38-39.

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